Antoine Sartre muere atropellado en la estación de metro de Denfert Rochereau en París. La policía francesa concluye de forma apresurado que ha sido un suicidio. Lejos están de imaginar que este hecho luctuoso está relacionado de forma directa con la colisión del Alejandría y el Mesana en aguas del estrecho de Gibraltar unos meses atrás.

Jacinto Reyes, perito especializado en accidentes marítimos, cincuentón, bebedor, recién divorciado y un tanto escéptico con lo que le pueda deparar la vida, es enviado para tasar los desperfectos producidos en el Mesana. Lo que parecía a priori una investigación rutinaria se complica de manera espectacular por la aparición de una red mafiosa que intentará ocultar un secreto que atesora uno de los barcos implicados. Sin embargo no va ser éste su mayor reto porque en ese viaje, en el que regresa a la ciudad en la que pasó su juventud, tendrá que enfrentarse a una mujer a la que conoce demasiado bien, Alicia.

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sábado, 30 de enero de 2010

PENSANDO

Ya he enviado cartas de presentación y propuestas editoriales a varios agentes literarios. Cada uno es de su padre y de su madre y por lo tanto unos piden una cosa y otros la contraria. Me preocupa cometer un error en el protocolo y que mi obra sea desechada. Estoy encorsetado, todo lo contrario que cuando escribía, que me sentía el hombre más libre que poblaba la tierra; era señor de mis criaturas y yo decidía sobre sus vidas y sus muertes y ahora , por el contrario, estoy en manos de unos truhanes que solo piensan en hacer caja. Si alguno de ellos le prestara al menos un poco de atención tendría una posibilidad, pero me parece que eso no es factible.
En conclusión veo bastante lejos el asunto de publicar. Y pensando, pensando me parece que yo, que durante más de tres años he ido hilvanando línea a línea mi novela, paradojicamente me he convertido en su mayor enemigo ya que, desde un punto de vista literario, soy un impresentable. Lo he comprobado al tener que redactar mi currículum y no rellenar más de una línea, y eso exagerando. Siento decirlo pero si el autor de mi novela hubiese sido un licenciado en filología con obra publicada y algún premio, aunque fuese en unos juegos florales, gozaría de unas posibilidades al llegar a los despachos de los sesudos analizadores que nos rechazan una y otra vez, que conmigo no disfruta . Me ha tentado mentir, tengo que ser sincero, fabular sobre mis méritos, de alguna manera repudiar a mi hijo para que sea otro padre, aunque ficticio, el que lo adopte. Quién sabe si no lo haré un día.

4 comentarios:

  1. Ni se te ocurra hacerlo. Yo tampoco tenía curriculum literario de ningún tipo y hoy tengo publicada mi primera novela con una gran editorial.

    Si tu novela es buena, encontrará quien se dé cuenta de ello. Conozco a un montón de personas que publican, todos ellos noveles. Y lo han hecho por calidad, por ninguna otra razón.

    Saludos.

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  2. Espero que lleves razón. Pienso que mi novela es buena, lo que ocurre es que cuando te rechazan una vez y otra te hacen dudar.
    He seguido con mucho interés los avatares de tu novela. ¿Cómo va todo? ¿Te mantiene la editorial informado de como van las ventas?
    Seguiremos en contacto.

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  3. Antonio,

    No es que sean truhanes. El editorial es un negocio como cualquier otro. Cuando eligen un libro para publicar, arriesgan su capital y esperan tener una retribución a cambio. Hacen una apuesta, y la decisión no es fácil. Bastante lógico, ¿no?

    Si a esto le sumamos que quien evalúe nuestro trabajo siempre lo hará de manera subjetiva, y que reciben una cantidad enorme de propuestas editoriales (que no son ni más ni menos que los libros de otros escritores, en nuestra misma situación), veremos claramente porqué no es simple publicar.

    Lo que nos toca es seguir escribiendo, y seguir buscando nuestro propio espacio.

    Un abrazo,
    Alejandro.

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  4. Suscribo las palabras de Alejandro una a una. No te desesperes, ármate de paciencia y sigue confiando en ti mismo y en tu trabajo. Verás como pasito a pasito llegarás a la meta. ¡Suerte y mucho ánimo!

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